DÍA DEL ODONTÓLOGO

Pues la verdad es que siempre me fijé mucho en la boca. Siempre ha sido en lo primero que me fijo. Me gustaba ver a la gente sonreír y que se le vieran los dientes, y una cosa llevó a la otra. Hice prótesis dental, luego higiene y llegué por fin a odontología.

Al finalizar la carrera me adentré en la especialidad de odontopediatría y endodoncia.

Me encanta ver entrar a cualquiera de mis campeones, sobretodo los que empezaron más peques derivados de otros sitios o con un miedo feroz y que a día de hoy  se sientan  tranquilos, confiados y dispuestos.

Disfruto cuando alguna mamá/papá con algo de vergüenza me pregunta: “¿Y tú, también tratas a adultos?”. Y también se convierten en pacientes motivados por mis pequeños ayudantes.

En el futuro quiero pensar que como sociedad estaremos mucho más concienciados con la salud oral y avanzaremos hacia una odontología basada en la prevención, dándole la importancia que posee, con lo que comportará tener que realizar tratamientos mucho más rápidos, de manera mucho más eficiente y sobre todo predecibles.

De hecho, el caso clínico más satisfactorio, y a la vez uno de los más complejos, estamos en vías de finalizarlo en unos días.

Se trata de un paciente de tan solo 4 años que vino antes de Navidades con caries muy avanzadas en TODOS los dientes. Su deseo para navidad es que su papá le consiguiera unos dientes blancos y en eso estamos.

Ya hemos logrado rehabilitar todos los dientes de la arcada superior y estamos acabando con los molares inferiores. Sus ganas son tantas que no se mueve desde que se sienta en el sillón hasta que finalizamos y eso cualquiera que tenga niños cerca sabrá que mantenerlos sentados y quietos más de 5 minutos es todo un logro ?

Lo que más me emociona es ver la cara de mis pacientes cuando finalizamos el tratamiento, ya sea tras una obturación, un rehabilitación, una prótesis o hemos solucionado ese dolor que al paciente no le dejaba vivir. Y ver que de sus ojos sale “ese brillo” que hace que sepas que el paciente está contento y satisfecho, y yo con ello

Ser miembro de Orthodontic supone formar parte de una gran familia en la que no solo la forma el gran equipo de Orthodontic sino también los pacientes y sus familias.

En la clínica compartimos muchas horas, trabajamos duro para dar lo que mejor sabemos hacer: devolverles la sonrisa.

Pero no todo es eso: somos humanos. Reímos, lloramos, hablamos, compartimos anécdotas y nos preocupamos por su día a día y eso es tan importante en la época que nos ha tocado vivir.

Le aconsejaría lo que les digo a todas la personas que entran por la puerta del box: que estén tranquilos, que los vamos a tratar como si fueran cualquiera de nuestros familiares, porque de hecho ahora forman parte de la familia Orthodontic.

Mi tiempo libre me gusta disfrutarlo con mi familia haciendo manualidades, puzzles, paseando,  disfrazándome, bailando y cantando. Cualquiera de mis pacientes sabe que me gusta mucho la música y cantar (a veces los pobres, también lo sufren ?).

Esta frase la aplico siempre, no tan solo en el trabajo sino en mi día a día y trato de inculcársela a la gente que me rodea: trata a las otras personas como te gustaría que te tratarán a ti y no hagas nada que no te gustaría que te hicieran.

Más que palabras finales, os diría unas primeras palabras, de hecho las primeras palabras que siempre les digo a mis pacientes: Hola! Soy la doctora Raquel y bienvenido a Orthodontic. Cuéntame. ¿Qué te pasa?